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El cerebro, la religión y la terapia: una síntesis (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

¿Qué hacer, cuando una
paciente "necesita" saber si su terapeuta, es o no es
creyente?

¿Tiene derecho a obtener la
respuesta, o debe de relegarse, la pregunta, a la actividad
terapéutica, como Eissler sugiriera?

Antes de contestar esta cuestión
decisiva, primero, examinemos el pensamiento de las mentes
más influyentes en la cuestión de la
religión y su papel en el terreno de la ciencia — ya,
que algunos creemos, que la terapia es ciencia, sino
científica:

  • Daniel Dennett

  • Sigmund Freud

  • Richard Dawkins, y

  • Francis Collins

Si hemos dejado a tantos intelectuales
fuera de esta tesis, es por lo que, suponemos, sucede cada
año con el premio Nobel: No todos los que los merecen lo
alcanzan y — no todos los que lo ganan, lo merecen — como es
conocimiento común.

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Diosa Madre de Turriga. 2600
AC

Así que comenzaremos, donde
más oportuno nos parezca hacerlo…

Por supuesto, será con Freud, como a
nadie sorprendería, ya que su genio escapa todo
juicio…

Para empezar, Freud, el siempre promovedor
de su persona, nos informa que su niñera era
católica — con ello nos indica que en su desarrollo, el
catolicismo tuvo su rol — cubriendo todas las bases.

Más tarde, cuando, como todos los
engrandecidos, y como todos quienes han logrado prestigio —
terminara creyéndose inmortal — nos afirma que la
religión es una mera ilusión.

Pero, ya en sus años postreros, a la
edad de los ochenta, nos informa que la religión no es
nada más que un anhelo por el retorno de la figura del
padre — algo que deja bastante en suspenso.

Eso mismo concluye en su obra famosa,
Tótem y tabú

En su libro posterior Moisés y
el Monoteísmo
. Algo, insólito nos sorprende.
Freud, sin abandonar públicamente, su ateísmo,
comienza a vislumbrar su fe judaica como fuente de todo progreso
cultural y aun de la inspiración artística y de la
ética personal. Cerca de su propia muerte, Freud, concluye
reconociendo la poesía y las promesas de la
religión — sino la religiosidad misma — como conceptos
válidos ético/morales.

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El Árbol de la vida
México 698AD

Pero, hoy, contamos con almas que desean
eliminar la puerilidad de la fe de modo inmediato: Christopher
Hitchens, Sam Harris y Richard Dawkins, procuran, en cruzadas
agnósticas, que todos dejemos de creer en dios — porque
ellos — dicen que no creen — aunque en sus actitudes
traicionan esta realidad.

Si ellos no creen — ¿por
qué osamos nosotros creer?

De no haber molinos en el viento, don
Quijote, hubiera combatido sus enemigos reales.

En su libro, God is not Great,
Hitchens, menciona a Freud como aliado, quien, como él
estila, consideraría la religión demencia
pueril.

No importa el precio: los tres autores
citados desean eliminar la religión de modo
inmediato.

¡Punto!

Pero, uno se pregunta, ¿a
qué Freud aluden y a cuál Freud
citan?

En su último libro, escrito cuando
estaba enfermo, y ya muy mayor, sufriendo de cáncer de la
mandíbula, Freud, nos ofrece una perspectiva, por muchos
silenciada, acerca de la fe. Él discute, que el
judaísmo asistió a la humanidad a liberarse de su
cautiverio al mundo del empirismo, abriendo posibilidades frescas
de pensamiento y acción. Freud, también sugiere que
Dios, como concepto, facilitaría un retorno a la vida
interna, haciendo posible, la existencia más rica — la
de una vida introspectiva — ecos del psicoanálisis
aquí resuenan.

La mitología de la
realidad

Moisés y el
Monoteísmo
, sería un libro que para Freud
fuera muy difícil de escribir y de esparcir. Lo
comenzó en el año 1930, cuando aun viviera en
Viena, sabiendo que la iglesia católica austriaca lo
condenaría. El libro contenía algunos asuntos
controvertidos. Que Moisés no era un judío. Que el
monoteísmo no era creencia hebrea sino que fuera
invención egipcia, derivada de la afirmación del
culto al dios pagano del sol, Anton.

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Isla de Pascuas Chile

Pero, la entropía superviene, y en
marzo del 1938, los nazis invaden a Viena (Anschluss),
lo que pone a Freud y a su familia en peligro de muerte. Con la
ayuda de su amada, admirada y devota colaboradora; la Princesa
Paulina Bonaparte, Freud se las arregla para escapar la asediada
ciudad, y, con la ayuda del gobierno de una nación — por
él, la más aborrecida — los Estados Unidos, huye
a Inglaterra.

En agradecimiento, hacia América,
Freud, se deleitaría más adelante, en decir:
"América es enorme — y, como error, también es
enorme" — dice el refranero: "No obra buena queda
impune".

Freud, como sabemos, leyendo nuestras
ponencias, añadiría, gratuitamente, a un documento
que estableciera que las autoridades nazis no lo habían
maltratado en modo alguno — y haciendo un gesto de
agradecimiento, sin que se lo solicitaran. Escribió a mano
y letra: "Yo puedo recomendar, muy altamente, la Gestapo a quien
sea…"

¡Freud!

Pero, Freud, genio y narcisista a la vez,
necesitaba seguir publicando y ganando
prosélitos.

Una vez en Londres, un escolar
judío, llamado Abraham Yahuda; lo visitaría para a
rogar a Freud que no publicara el
Moisés.

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Las razones para esa petición
serían poderosas:

  • Freud contendía que
    Moisés no era para nada un judío

  • Que su muerte pacífica,
    explicada en la Biblia, no era cierta. Que Moisés fue
    víctima de los judíos mismos, quienes
    resintieran sus leyes apodícticas, y que por la misma
    razón lo asesinaron.

  • Y que el judaísmo era una
    religión, secretamente, pagana — como para tantos lo
    es el psicoanálisis.

Para Freud, la petición de que
silenciara sus argumentos, era prueba final de que la necesidad
para su publicación era impostergable.

Y, por supuesto, lo publicó —
pero, no como rebelión o como resistencia, sino como
afirmación de sus dudas de no ser omnipotente entre los
dioses, como lo fuera entre los hombres — por lo menos — como
lo fuera entre sus prosélitos — los psicoanalistas
freudianos.

Los resultados de haber publicado
Moisés en alemán y en inglés lo
llenaron de orgullo singular y ególatra.

¿Por qué Freud lo hizo, y por
qué Hitchens, considera a Freud un aliado? Es asunto
sorprendente, ya que el último no lo necesita — a menos
que sea porque no lo haya leído, porque no sepa
cómo interpretarlo, o porque confía en la
simplicidad del resto de nosotros — Pero, habiendo seguido a
Hitchens por mucho tiempo — todas las razones expresadas
aplican.

Veamos

En su libro, Moisés, Freud
aclara que el judaísmo como fe se sustenta en su
convicción en la existencia de un dios invisible e
indivisible. Freud, nos asegura que tomando la idea de este dios
lleva a repercusiones insondables; que conduce a "una
percepción que coloca la intelectualidad — como triunfo
— sobre la sensualidad".

¡Para un ateo, lo último, es
algo de orden mayor!

Asimismo, para Freud, en
Moisés, la religión establece un orden
sistemático y asiste en el entendimiento de la Naturaleza
con todos sus dilemas incomprensibles.

Lo que es más sorpresivo, es que
Freud, el agnóstico, da crédito a la
religión por el perfeccionamiento que ésta imprime
a la intelectualidad humana.

Pero, Freud ni se intimida, ni se
detiene.

El Maestro, a menudo, defiende la
cristiandad, con su cornucopia de santos, como una visión
que restauraría una perspectiva real del credo — por
ello, conquistó.

Freud, asimismo consideró el
judaísmo como dogma selectivo y excluyente, algo que
él desearía evitar para sus doctrinas
germinales.

Siggy, para su idólatra
mamá, el de la envidia uterina, en la resolución de
su propio complejo de Edipo, fundó una ateísmo
religioso — así sería este genio en sus
contradicciones filosóficas…

Freud, siempre admiró a
Moisés el líder, como él mismo deseara serlo
y sucediera siéndolo a su vez — orientando a su gente en
la dirección de su tierra prometida — aunque
ésta no fuera la tierra
bíblica.

Lo que es interesante es el hecho de que
Freud, tan irreligioso, como pretendiera, pudiera encontrar
inspiración en una figura religiosa, que como
Moisés, claramente, lo fuera.

Algo similar sucedió con el
predecesor freudiano, Nietzsche, cuya fama mayor resta en su odio
por la cristiandad.

Freud, por su parte, nunca
detestaría a Jesús. Cuyos atributos de
espontaneidad, firmeza de carácter, y libertad de
espíritu siempre quiso emular — recordándonos, a
menudo, que Jesús era judío — como
él.

Acerca de Cristo, Freud, una vez
diría: "Ha habido un solo cristiano en este mundo. Una
sola persona que verdaderamente viviera y creyera en los
estándares del evangelio, y Él murió en la
cruz".

Para Freud, el incrédulo, abandonar
la fe al final de sus días fue tan difícil como
para tantos todavía lo es…

Quizás, será porque el
ateísmo de muchos, representa otra forma de
rebelión de adolescencia. ¿Quién
sabe?

La apuesta científica que Pascal
hiciera famosa:

"Si el Dios cristiano no existe, el
agnóstico pierde poco por creer en él y gana poco
por no creerlo. Pero, si el Dios cristiano existe, el
agnóstico gana la vida eterna, por creer en el mismo, y
gana poco si no cree. Pero, si el Dios cristiano existe, el
agnóstico gana la vida eterna por creerlo y pierde una
inmensidad infinita por no creerlo
".

Escuchemos a Daniel Dennett, pero antes,
éste merece la introducción, aunque parva, que
aquí ofrecemos

Daniel C. Dennett es un filósofo de
la ciencia de origen norteamericano. Profesor en la Universidad
de Tufts. Escritor prolífico y ateo consumado.

Como tantos hicieran, cuando el
psicoanálisis hiciera su entrada triunfal, este
filósofo de la ciencia ha encontrado su lugar en muchas
actividades serias, vía la avenida provista, en su caso,
por las neurociencias.

Dennett ha escrito mucho: acerca de temas
filosóficos, de la teoría evolucionaría, de
la actividades del cerebro, de la filosofía de la mente,
del lenguaje, y del problema con el libre albedrío — Con
esto, yo creo que el lector reconoce que Daniel Dennett es un
intelectual para todas las estaciones.

Dennett ha escrito un libro, Breaking
the Spell
, que propone el uso y la aplicación de los
instrumentos de la ciencia para examinar la religión y
otros fenómenos naturales.

Para Dennett, la religión es asunto
que mejor se entiende por uso de la biología evolutiva.
Utilizando el concepto de los memes, unidades culturales, para
dar valor a sus conjeturas.

El libro es lectura enjundiosa, y a veces,
tediosa. Nos enseña mucho en teoría y, muy poco,
que, en la práctica desconociéramos.

La iniciación de la agricultura nos
aclimató, según Dennett, a un sistema
eco-biológico permanente y constante, y con ello nuestros
substratos socio-biológicos emergieron —
¿cómo? — Esta conjetura es de libre
interpretación.

La idea de Dios, que, Dennett sustenta, es
de cómo el amor se iguala a la fe — algo que se
siente, de modo intangible — pero, que consiste en una
forma particular del sentir, ya que no es física
ni se satisface de modo inmediato. Pero, que siendo intangible,
en sí; es lo que le que proporciona su fuerza y
prestancia.

Para Dennett, el sentimiento es
real — lo que es ficticio, es lo que lo sustenta, como
religión.

Con la qualia filosófica,
resta el caso para Dennett.

Pasemos, entonces, a Richard Dawkins, a
quien reconocemos por tantas ponencias que a sus trabajos aluden,
y que hayamos publicado.

Dawkins, por supuesto, es el "don" de
Oxford, quien, como el Quijote, ha hecho de molinos de viento sus
enemigos acérrimos de oportunidad.

Para Dawkins, creer en dios, es anatema.
Porque, como argumento de improbabilidad cierta. La
religión es superflua.

Siendo así…

¿Por qué, nos preguntamos,
ese ataque vitriólico en una noción falsa y,
evidentemente fuera del alcance, y del oro de ley del
discernimiento, que constituye y representa la ciencia
pura?

¿Por qué condenar como
dementes a quienes se atreven a pensar que algo tan
estúpido, como dios existe?

¿Por qué no dedicar las
mismas energías a enseñar de modo constructivo lo
que nos hace, como seres humanos, felices?

Quizás. Porque Dawkins es un
zoólogo, que de avenir encontró que, como todos
somos animales y que como los gatos no creen en dios, que dios es
un abstruso de índole humana.

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En mi ponencia, Los paradigmas, la
neurociencia y el futuro del pensamiento crítico (I)

hago mención del artículo en prensa: The
seductive allure of neuroscience explanations
: J. OF
COGNIT. NEUROSC.

Donde se expresa, claramente, que los
neurocientíficos han apropiado su disciplina para hacerla
vasalla de lo espectacular y para tratar de explicar lo
inexplicable.

¿Pero qué logra Dawkins
esclarecer? Esto permanece un misterio.

Movámonos a Francis
Collins

Francis Collins, es el más sencillo
de, entre todos, entender.

Las encuestas norteamericanas nos informan
de que un 86% de los americanos creen en un Dios personal y que
sólo 39% de los científicos son
creyentes.

Francis Collins, reflexiona en un aspecto
de la ciencia en el que propone que existen preguntas que
ésta puede hacerse a sí misma — y otras que
escapan su dominio.

Collins, todos sabemos, es médico,
investigador y descubridor de los genes responsables por la
fibrosis quística, la enfermedad de Huntington y el de la
progeria o Enfermedad de Hutchinson-Guilford.

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Antes de ser creyente, Collins era un
científico, quien comenzó a aceptar la fe, cuando
escuchara a tantos de sus pacientes terminales.

"Yo conocí, entre ellos, tantas
personas cuya fe era sólida como una roca. Seres humanos
que confrontaban su propia muerte con una integridad y fortitud
increíble".

No creyendo en el ateísmo que, de
acuerdo a él "no deja lugar para las dudas",
comenzó a explorar la posibilidad de establecer si la
ciencia podría ser instrumental en explorar la existencia
de un dios.

El primer paso, sería tratar de
hallar lo que los creyentes creen y por qué lo creen.
Luego de dos años de empeño. Decidió que la
creencia en Dios era más racional que la posición
del ateo.

Basado en sus labores científicas,
Collins, razonó que la ciencia puede contestar algunas
cuestiones. Pero, que carece de los instrumentos requeridos para
esclarecer cómo se formó el universo, cómo
comenzó la vida, o por qué existen los seres
humanos.

Luego de mucho debate en privado, y,
examinando a la Naturaleza de manera objetiva, Collins se
convenció a sí mismo de la existencia de un
Creador.

He aquí su pensamiento:

"El universo es sincronizado de modo tan
exacto que no pudo haber nacido al azar sin un balance delicado
de 15 constantes físicas. Que, entre ellas incluyen, la
gravedad, en cantidad suficiente para la existencia de la
vida.

"Los chances de que todas estas constantes
pudieran tomar esos valores en la combinación precisa,
resultando en un universo capaz de mantener la vida en todas sus
formas complejas, es casi infinitésima". Escribió
en The Language of God.

Collins no cree en la creación en
seis días, como lo hacen aquellos quienes siguen la
interpretación formal de la Biblia. Sin embargo, sí
cree en una "evolución teística" que involucra la
presencia de un Dios creador todopoderoso, que no se limita al
tiempo y al espacio y quien creó los seres humanos a su
propia imagen.

Collins argumenta que los monos y los seres
humanos son casi idénticos genéticamente, pero que
solamente nosotros compartimos una ley moral única, con el
conocimiento del bien y del mal que está inscrito en el
corazón de toda sociedad.

El agnosticismo científico, para
Collins, tiene su origen en la idea equivocada que la creencia en
Dios limitaría la amplitud de los descubrimientos posibles
en el campo de las ciencias.

Concluyendo que a él le
gustaría vivir en un mundo donde la ciencia y la
religión puedan coexistir en harmonía.

Retornamos en círculo completo al
principio de esta ponencia.

Técnicamente; los siguientes pasos,
para responder a la paciente que nos pregunta acerca de nuestros
credos, son los indicados y de acuerdo al más
válido de los métodos:

  • La pregunta ha de tomarse como
    legítima y no como curiosidad "voyerista".

  • La inserción de la pregunta
    dentro del proceso de la terapia y el significado para el
    paciente, debe de ser elucidado y entendido.

  • Las asociaciones del significado de
    Dios y de la religión en el pasado y en el presente
    dinámico del paciente, asimismo, deben de ser
    elaboradas, como será la exploración de
    cualquier sentimiento de contratransferencia despertado en el
    terapeuta.

  • Finalmente, es necesario dar la
    respuesta honesta en términos breves y
    sinceros.

En resumen

El asunto del teísmo y de la
religión en el psicoanálisis, en tiempos pasados,
muy fácilmente lo resolvían las
circunstancias.

Cuando rotábamos bajo la
dirección del notable psicoanalista católico, Leo
H. Bartemeir, todos, creíamos.

En Chicago, nadie creía.

¿Y, ahora?

Cada quien, como terapeuta. En esta
coyuntura especial, tiene que confrontar sus convicciones y
compartirlas con el paciente. El hecho de hacerlo, abre las
puertas a una experiencia de riquezas emocionales e intelectuales
de insólito valor.

Como propuso Kandel, la terapia, altera la
actividad neuronal de ambos participantes — y,
¿quién sabe? — la creencia, compartida, en un
Dios puede que resulte en lo mismo.

Amén

Bibliografía

  • Hitchens, Christopher. God Is Not
    Great: How Religion Poisons Everything
    .
    Twelve

  • Stephen S. Hall, (2005) Discover magazine.

  • Terry Eagleton, (2006) Lunging,
    Flailing, Mispunching
    London Review of Books.

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    Darwinian Heresies, Cambridge University

  • Dawkins, R: (2006) The God
    Delusion
    . Transworld Publishers

  • Larocca, F. E. F: (2007) Freud: Un
    Hombre para todas las Épocas

  • W.D. Hamilton, (1964) The genetical
    evolution of social behaviour I and II
    . Journal of
    Theoretical Biology
    7: 1-16 and 17-52.

  • Dennett, D: (2007) Breaking the
    Spell: Religion as a Natural Phenomenon
    Mass
    Paperbacks

  • Larocca, F. E. F: (2007) Para encontrar
    referencias a este artículo, el lector interesado,
    sólo tiene que buscar "Dawkins" en
    monografías.com, donde encontrará, por lo menos
    diez referencias al tema, de mi autoría.

  • Kuhn, Thomas S. The Copernican
    Revolution: Planetary Astronomy in the Development of Western
    Thought.
    Cambridge, Mass., 1957.

  • ——. The Structure of
    Scientific Revolutions
    . Chicago and London,
    1962.

  • Lewis, C: (2001) Mere
    Christianity
    HarperOne

  • Collins, F: (2007) The Language of
    God
    Free Press

  • Para los trabajos de Freud, referimos
    al lector a la Standard Edition

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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